La blogsfera ya ha abandonado las crónicas cibelinas por la alfombra roja. Yo he necesitado mi tiempo para asentar las ideas y para descansar un poco. Tras el desahogo musical de los últimos posts vuelvo para hacer una reflexión sobre algunas de las colecciones que más me han gustado de esta última edicíón de MCFW.
Empezaré por Fernando Lemoniez.
No tengo palabras para explicar mis sentimientos hacia él. Le conocí el año pasado y en total habré estado con él 20 minutos pero, nada más conocerle tuve esa sensación que uno tiene, a veces, de sentirse tan en sintonía con otra persona que parece que lleven años de amistad.
Los que le conozcan mejor ya me dirán, pero Fernando me ha ‘aturdido’ por su timidez, por su elegante cordialidad, por su humildad y por su profunda sensibilidad.
Os presento una serie de collages de su colección en la que he de destacar unos cuantos elementos.
Me ha gustado la presentación de la elección de la gama cromática. Tal y como han ido saliendo las modelos, los tonos han ido cambiando sin ninguna fractura. Ya sabéis que amo los detalles y me han gustado los abrigos y más aún la capa con los ribetes negros (también he de confesar que una de mis combinaciones favoritas es la de los tonos tierras con el negro).
Me ha gustado la esencialidad de las prendas, su ponibilidad, la elegancia conseguida a través del menos es más. Los diseños me han causado sensaciones no por llamativos ni por atrevidos sino por su elegancia “no molesta”.
También ha jugado con la gama de los nudes llegando a tocar incluso los dorados y combinándolos entre ellos.
Se ha atrevido con el visón degradé y tanto con la capa del hombro descubierto (en la foto de arriba) como con el abrigo de la imagen de abajo ha recibido los mejores aplausos del público.
Estas piezas han sido el resultado de una colaboración con Santiago del Palacio
Reconozco que no amo ni las pieles ni el degradé pero creo que estas piezas alcanzan la belleza objetiva.
Ha terminado su desfile con el negro y otra vez nos ha presentado una mujer sencillamente sofisticada, elegante y femenina son ostentar ni piernas ni curvas.
Juro que cuando salió la última modelo esperaba que salieran más. Fue un desfile que se me hizo muy corto y cuando fui al kissing room a felicitarle, lo primero que se me ocurrió decirle fue: “Jo Fernando, me quedé con ganas de más”. El pobre estaba emocionadísimo, no paraba de llorar y reconozco que me causó mucha ternura. Aquí le tenéis, con su expresión incrédula prueba de la humildad que nunca se tiene que perder por muy arriba que uno llegue.
¡Bravissimo Fernando!